RADIACTIVO. MARIE Y PIERRE CURIE: UNA HISTORIA DE AMOR
Y EFECTOS COLATERALES
Maria Salomea Skłodowska-Curie nació en 1867 en Varsovia, en lo que entonces era el Zarato de Polonia, administrado por el Imperio ruso. Estudió clandestinamente y comenzó su formación científica en dicha ciudad. en 1891, a los 24 años, siguió a su hermana mayor a París, donde culminó sus estudios y llevó a cabo su trabajo científico más sobresaliente.
Marie Curie pasó a la historia por haber descubierto junto a su esposo Pierre Curie, la radiactividad. Ella le abrió las puertas a la lucha contra varias enfermedades crueles.
Una mujer luchadora y un hombre brillante
El amor, en muchas ocasiones, es producto de unos mismos intereses, aficiones comunes o vocaciones compartidas y es por eso que el lugar de trabajo ha sido siempre un magnífico caldo de cultivo para encontrar a tu pareja ideal. Y eso no ocurre sólo en la actualidad, compartir una misma pasión por la ciencia, la investigación y el amor por la Física fue precisamente lo que unió a dos de los científicos más brillantes de nuestra historia: Marie y Pierre Curie.
En sus comienzos, esta pareja de genios no tenía a priori demasiadas cosas en común. Marie era polaca, atea, provenía de una familia humilde, aunque de intelectuales, y vivía en un país donde no tenían cabida las mujeres en la universidad. Por su parte, Pierre era de nacionalidad francesa, su familia era de origen protestante, estudió en la Universidad de la Sorbona e inició desde muy joven una carrera prometedora. Pero su amor por la ciencia les unió más de lo jamás nadie hubiera pensado y juntos alcanzaron la gloria, no sólo profesional al realizar uno de los mayores descubrimientos del campo de la Física, sino también en su vida personal permaneciendo juntos hasta el fallecimiento de Pierre en 1906.
A pesar de la época que les tocó vivir, fueron una pareja atípica que se trató de igual a igual. Marie y Pierre fueron ante todo amantes, compañeros, confidentes y amigos gracias, fundamentalmente, a que Pierre, alejado de los convencionalismos de la época, supo amarla como mujer y como científica, sin desmerecerla como madre trabajadora, ni como esposa, ni como investigadora con, quizá, más talento que él.
Pero comencemos por el principio. Marie Skłodowska nació en 1867 en Varsovia, que en aquellos momentos se encontraba bajo el poder ruso. Era la menor de los cinco hijos nacidos del matrimonio entre un profesor de enseñanza media en Física y Matemáticas y una maestra, pianista y cantante. Dotada con una gran inteligencia, la joven terminó sus estudios secundarios a los 16 años, aunque los escasos recursos económicos de la familia, que como la mayoría de los intelectuales de la época sufrió la terrible opresión de la policía zarista, la obligaron a trabajar como niñera e institutriz.
Marie, muy concienciada políticamente, luchaba por la independencia de su país de la manera que mejor sabía, estudiando en la clandestinidad, en lo que se llamaba Universidad Flotante, que consistía en un grupo de mujeres dispuestas a transgredir la ley para formarse en materias como la Sociología, Medicina, Filosofía e Historia.
Marie, animada por su hermana Bronislawa que estudiaba Medicina en París y desencantada por un primer amor que la hizo muy infeliz, abandonó su país natal y se instaló en Francia en 1891, a los 24 años de edad. En París la joven se decantó por los estudios de Física y Matemáticas y dedicó todo su tiempo y esfuerzo a terminar las dos licenciaturas, excluyendo así de su vida cualquier otro interés que la apartara de su objetivo, incluido el amor.
Una pasión común por la ciencia
Fue el destino quien decidió juntarlos para que así ninguno tuviera que renunciar a nada y fue gracias a un profesor polaco, el señor Kowalski, profesor de Física en Varsovia, que durante un viaje a París en 1894, recibió a ambos científicos para que expusieran su trabajo. Ese día descubrieron que su idéntica pasión por la ciencia les llevaría a algo mucho más profundo y duradero.
Pierre se sintió inmediatamente atraído por la inteligencia, determinación, capacidades y falta de coquetería de la polaca. Le intrigó su astucia y conocimientos y, como su hija Eve reflejó más tarde en su libro ‘La vida heroica de Marie Curie’, pensó al conocerla: “¡Qué raro es hablar a una mujer de los trabajos que uno prefiere empleando términos técnicos, fórmulas complicadas y ver que esta mujer, encantadora y joven, se anima, comprende y discute, incluso, ciertos detalles con una infalible claridad! ¡Qué agradable es!”.
Por su parte, Marie llegó a decir de aquel encuentro: ‘Me pareció muy joven, a pesar de tener ya treinta y cinco años. Me impresionó la expresión de su clara mirada y una ligera apariencia de abandono, su alta estatura. Su palabra un poco lenta y reflexiva, su simplicidad, su sonrisa, a la vez grave y juvenil, inspiraba confianza. Trenzamos una conversación que pronto fue amistosa. Tenía como objeto algunas cuestiones científicas sobre las cuales yo estaba encantada de obtener su consejo
Poco después de conocerse, la pareja contrajo matrimonio. No querían esperar, había demasiadas investigaciones que realizar y muchos descubrimientos por hacer, así que en julio de 1895 se casaron en Sceaux e inmediatamente comenzaron su luna de miel, subidos a las dos nuevas bicicletas que compraron con el dinero recibido como regalo de bodas. Tras la boda, como era de esperar, la pareja consagró todo su tiempo a la ciencia pasando las 24 horas del día juntos y demostrando que, efectivamente, el amor entre ellos era muy fuerte y que podían superar todos los obstáculos.
Cada día acudían a la Escuela Municipal de Física y Química donde aún trabajaba Pierre y donde había conseguido habilitar para Marie un precario laboratorio, con un bajo presupuesto y equipos e instalaciones rudimentarios. Allí, Marie, atraída por un trabajo del físico Henri Becquerel que la introdujo en el estudio de un misterioso fenómeno, la radioactividad, decidió elaborar su tesis doctoral, un hecho insólito por aquel entonces tratándose de una mujer.
ILUSTRACIÓN DEL COBERTIZO DONDE MARIE CURIE AISLÓ EL ELEMENTO RADIO
El trabajo
incansable de la pareja sobre el origen atómico de la radioactividad les llevó
a hacer un importante descubrimiento: dos nuevos elementos químicos. En
julio de 1898, el matrimonio comunicó sus resultados a la Academia de las
Ciencias proponiendo el nombre Polonium (en homenaje a la patria de Marie) para
el primer elemento descubierto. Meses después, en diciembre del mismo año,
confirmaron la existencia del Radium, cuyo peso atómico quedó establecido por
Marie Curie en marzo de 1902 como igual a 225,93.
En junio de
1903, Marie presentó su tesis de Doctorado sobre sustancias radioactivas y,
como premio, la Academia de Ciencias de Suecia le otorgó el Premio Nobel de
Física junto a Pierre y a Henri Becquerel, siendo la primera mujer en
lograrlo. A partir de ese momento se reconoció la importancia de su
descubrimiento y comenzaron a vivir una gloria que les permitió tener más
presupuesto para sus investigaciones, por ejemplo los 15.000 dólares del
premio.
Además, la concesión del Nobel le valió a Pierre la
creación, en 1904, de una cátedra específica para él en la Universidad de la
Sorbona, dotada de un laboratorio del que Marie se haría cargo. Gracias a esas
investigaciones que realizaron de manera altruista, el matrimonio descubrió
que el radio cura la lepra, tumores y algunas formas de cáncer, lo que
representó el nacimiento de la curieterapia’ y posteriormente de la ‘cobaltoterapia’
Además,
Marie y Pierre no solo trabajaban, también tuvieron tiempo para criar y
educar a sus dos hijas, Irene, que nació en 1897, y Eve, que vino al mundo
siete años después y que fue la única de la familia que no consagró su vida a
la ciencia. Eso sí, la pareja contó con la inestimable ayuda del padre de
Pierre que, al enviudar, se fue a vivir con ellos y se quedaba al cuidado
de las niñas mientras el matrimonio permanecía en el laboratorio
LA MUERTE PREMATURA DE PIERRE
La tragedia
azotó pronto sus vidas. Pierre enfermó gravemente por los efectos radioactivos
del material de trabajo y Marie permaneció a su lado, compaginando su labor
como esposa con la de investigadora y madre. Pero Pierre no murió de su
grave enfermedad, sino de una manera mucho más prosaica. Tres años después de
ser galardonados con el Premio Nobel, el 19 de abril de 1906, fue
atropellado por un carro tirado por caballos en la calle Dauphine de París.
Marie se
quedó desolada, no sólo perdía a su marido y compañero de vida sino también
a su colega de investigación. Sin embargo quiso continuar con su trabajo
rechazando incluso la pensión vitalicia que quisieron otorgarle. Eso sí, asumió
la cátedra que su marido sólo había podido ocupar durante año y medio,
convirtiéndose en la primera mujer en dar clases en la Universidad de la
Sorbona en los 650 años transcurridos desde su fundación.
fotografía de 1904 donde de izquierda a derecha vemos a Pierre Curie, Marie Curie, su hija Irene Curie y el padre de Pierre Eugene Curie que estaría muy unido a su nieta Irene de la que cuidaba en ausencia de sus padres, casi siempre encerrados en el laboratorio en jornadas agotadoras que duraban todo el día. En el mismo año en que fue realizada esta fotografía Pierre y Marie recibirian el Premio Nobel de física Henri Becquerel" y Marie sabría que estaba embarazada de su segunda hija a la que llamarían Eve.
Cuando se produjo el accidente que provocó la muerte de su esposo Pierre, en 1906, su hija mayor, Irène, solo tenía 9 años y Ève, la pequeña, dos.
Y, por si la
pérdida de Pierre no fuera suficiente, al poco tiempo murió su suegro y se
quedó completamente sola al cuidado de sus dos hijas y al mando del
laboratorio. Fue ahí cuando comenzó su calvario. La sociedad francesa
acababa de aceptarla y se la criticó por ser mujer, extranjera y atea,
sufriendo además el escarnio de la comunidad científica masculina de la época.
Ella resistió y continuó trabajando por el avance de la ciencia. Los franceses
tampoco le perdonaron su relación, tiempo después de la muerte de Pierre, con
un discípulo de su marido, el físico francés Paul Langevin, casado y con
hijos.
Tras
conseguir en 1910 aislar un gramo de radio puro, Marie recibió su segundo
Premio Nobel (1911), esta vez en Química, por el descubrimiento de los
elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la
naturaleza y compuestos de este elemento. El galardón la ayudó a limpiar su
buen nombre científico y contribuyó a que en la mayoría de países europeos se
empezaran a crear institutos del radio, vista su utilidad en la curación del
cáncer.
La propia
Marie aceptó la dirección honoraria del que se inauguró en Varsovia en 1913
y en julio del siguiente año se ocupó tanto de la sección dedicada a la
investigación médica, como de otra reservada a la física y la química del
recién construido Instituto del Radio en París, consagrado al estudio de la
radiactividad.
MADAME CURIE EN MADRID
Celedonio Calatayud y el Rey Alfonso XIII Junto a Marie Curie durante el II congreso Nacional de Medicina celebrado en Madrid en 1919. El evento se celebró en el Teatro Reaal y lo presidió el mismisimo Rey Alfonso XIII. La científica durante su ponencia agradeció el apoyo que los españoles habían prestado a los prisioneros franceses durante la Primera Guerra Mundial. Días más tarde impartió una conferencia en el anfiteatro de la antigua Facultad de Medicina, que hoy es sede del Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Unos años más tatarde en 1931 regresó inbitada por la República, que gracias a la intervención de Enrique Moles, uno de los mejores químicos españoles de la época. La científica de origen polaco ofreció charlas en la Facultad de Ciencias sobre el origen de sus descubrimientos radioactivos y otra conferencia en la residencia de estudiantes en colaboración del físico Blas Cabrera quien le mostró los recientemente inagurados laboratorios de sus instalaciones.
Por último, en Mayo de 1933 nos volvio a visitar para presidir una reunión internacional en la Residencia de Estudiantes del Amo, reunión a la que acudieron celebridades de universidades como Harvard y Cambridge y ante los que se celebraron ponencias de la propia física y de eminencias españolas como Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Curie (a la derecha) juto a una colaboradora de la cruz roja francesa
Durante el conflicto bélico los hospitales de campaña carecían de personal experimentado y máquinas de rayos x apropiadas, así que propuso el uso de la radiografía móvil cerca de las líneas del frente para ayudar a los cirujanos del campo de batalla.
Marie Curie en una unidad móvil de rayos x
Irene, la
heredera de su legado
Durante la Primera Guerra Mundial, demostrando que en su interior no albergaba ningún rencor, sirvió fielmente a Francia cediendo todo el uranio del que disponía. Gracias a donaciones privadas, creó las Petit Curie, unidades móviles para hacer radiografías en campaña con las que podían descubrirse balas y fragmentos de metralla en los heridos y que formaban a médicos para que pudieran hacerlo correctamente.
Durante la Primera Guerra Mundial, demostrando que en su interior no albergaba ningún rencor, sirvió fielmente a Francia cediendo todo el uranio del que disponía. Gracias a donaciones privadas, creó las Petit Curie, unidades móviles para hacer radiografías en campaña con las que podían descubrirse balas y fragmentos de metralla en los heridos y que formaban a médicos para que pudieran hacerlo correctamente.
Para ello
contó con una ayuda muy especial, su hija Irene, que estudió Física y
Química durante la guerra y trabajó como asistente de radiografía de varios
hospitales, además de ayudar a su madre en el laboratorio, de aprender de
ella. Cuando Marie enfermó de leucemia, producida por la sobre exposición al
uranio, Irene se ocupó de cuidarla hasta su fallecimiento, el 4 de julio de
1934. Fue enterrada junto a su marido en el cementerio de Sceaux, pocos
kilómetros al sur de París, aunque en 1995, sus restos fueron trasladados,
junto con los de Pierre, al Panteón de París.
Cuando se produjo el accidente que provocó la muerte de su esposo Pierre, en 1906, su hija mayor, Irène, solo tenía 9 años y Ève, la pequeña, dos.
Su legado lo
continuó su hija Irene que, al igual que su madre, encontró el amor en el
laboratorio. Junto a su marido, Frédéric Joliot, realizó las
investigaciones que les llevaría, a ellos también, a ser premiados con un Nobel
de Química en 1935, por sus trabajos en las reacciones en cadena y en los
requisitos para la construcción de un reactor nuclear, que utilizara la fisión
nuclear controlada para generar energía mediante el uso de uranio y agua
pesada.
Irene con su marido Frédéric Joliot en el laboratorio
Las cartas que intercambiaron madre e hijas recogidas nos
sumergen en su intimidad familiar y nos trasmiten los grandes y pequeños
sucesos de su vida, hasta el fallecimiento de Marie en 1934. Estas
cartas dan testimonio de sus estrechos vínculos y del amor y armonía que
nunca dejaron de desarrollarse entre ellas. nos descubren
también a tres personalidades femeninas brillantes e independientes
ligadas por un cariño intenso e indefectible."
EVE
Eve
se encargó de escribir la biografía de la gran Marie Curie, quien en el último
periodo de su vida encontró en ella, su hija menor, a una confidente.
Eve,
quien llegó a ser considerada una de las mujeres más bellas de París en los
años 20 y 30, fue una aclamada escritora y activista por los derechos humanos.
Fue concertista de piano, y realizó su primer
concierto en París en 1925. Actuó en Francia y Bélgica hasta
el estallido de la Segunda Guerra Mundial
La relación de Curie con sus dos hijas fue tan fascinante como la vida de cada una de ellas, la física y química polaca construyó un vínculo diferente. Y es que si algo sobresalía de las dos hermanas era cuán distintas eran entre sí.
MUSEO MARIE CURIE EN VARSOVIA
Instalado en su casa natal donde se pueden ver instrumentos utilizados en sus investigaciones, fotos de su vida, vestidos, diplomas y hasta un árbol genealógico de sus descendientes donde se pueden ver logros de algunos de ellos
Helene: nieta e hija de las Nobel
Tumba de los Curie, en el Panteón de París
Solo unos meses más tarde de su última visita a Polonia, en la primavera de 1934, murió el 4 de julio en el sanatorio Sancellemoz, cerca de Passy (Alta Saboya), a causa de una anemia aplásica probablemente contraída por las radiaciones a las que estuvo expuesta en sus trabajos.
Algunas Importantes frases que ha quedado
Debemos tener perseverancia y sobre todo confianza en nosotros mismos.
Nunca veo lo que se ha hecho; sólo veo lo que queda por hacer.
Me enseñaron que el camino del progreso no era ni rápido ni fácil.
Se menos curioso acerca de las personas y más curioso acerca de las ideas.
No se puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a los individuos.
Yo estoy entre los que piensan que la ciencia tiene gran belleza.
Textos y Imágenes: distintas páginas google.
Mari Carmen - Marzo 2020

















